Segundas oportunidades
De la fiaca de tener que cortar uno por uno los discos desmaquillantes que por ese entonces producía sola, a dar con un cortador (muy particular) que tenía “un once de telas” en su taller. Así podría sintetizarse el nacimiento de Segundas Oportunidades, uno de los emprendimientos de Frida Walter, una diseñadora industrial que no se cansa de intentarlo.
Su primer acercamiento a los descartes a gran escala fue en el año 2016 en Fábrica - diseño e innovación en Tecnópolis. “En este espacio de experimentación casi no se compraba materia prima, trabajábamos con los containers repletos de los descartes de Toyota, Rapsodia, marcas muy grandes. Hacíamos, entre otras cosas, experimentación con sublimadora”, recuerda Frida. En Fábrica - Diseño e Innovación estuvo 2 años y luego se fue a hacer talleres de reciclado textil con la sublimadora que ella misma compró. Sus primeros clientes fueron extranjeros, ya que por ese entonces administraba departamentos y ofrecía la experiencia en AIRBNB.
Avocada a la tendencia del Zero Waste, hizo, entre otras cosas, discos desmaquillantes, se convirtió en la primera empresa en producirlos, por eso cuando el negocio escaló, y a ella ya no le redituaba cortarlos uno por uno, se puso en contacto con un cortador que, resultó tenía un taller repleto de telas.
Al no haber logística inversa, la gente que llega a producir no se lleva sus sobrantes. “Nadie se hace cargo del descarte. Se juega con la ambigüedad porque además el almacenamiento tiene un costo que nadie quiere asumir. Se mueven en ese gris”, explicó Frida. Así fue como, fiel a su estilo emprendedor, le planteó la necesidad de comprarle algunos rollos (retazos de toalla para fabricar los discos). Él se los regaló con la promesa de que cuando le vaya bien “llegaran a un acuerdo”. Cuando eso sucedió, le dejó las telas al 50% del valor de mercado. Con excelente calidad, Segundas Oportunidades nació como el sitio proveedor de telas a muy buenos precios. El favorito de los emprendedores, muchos de los cuales son del interior del país porque entre el aumento y los costos de envíos, “mis precios siempre convienen”, me cuenta contenta.
Esta “personal shopper de telas” se reúne personalmente con cada uno o a través de una video llamada para mostrarles el catálogo con todos los productos: tejido de punto, plano y avíos de todo tipo y color. “Esto es como armar pareja y, además, yo sé que le puede venir bien a cada uno”, me dice y se ríe. El site de Segundas oportunidades
Desde su incubadora (como parte del programa INCUBATE) en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) me acerca un interesante muestrario y me anticipa que en los talleres cuenta con muchas opciones más. La compra mínima es de un kilo o un metro dependiendo del artículo.
¿Por qué la ropa está cara?
Casi todos los talleres grandes, antes del COVID-19, empleaban bolivianos y paraguayos que entendían el oficio y lo hacían muy bien. Con la cuarentena muchos se volvieron a su país y cuando se recuperó la normalidad, dejó de convenirles el cambio y jamás regresaron a trabajar. Actualmente hay pocos talleres capacitados en el oficio para hacer prendas de diferente complejidad (hacen remeras, pero sacos y pantalones no) por lo tanto, el precio, en los últimos tiempos, lo pone el taller, no lo pone la marca. Entonces, el valor de las telas que se hacen en el país aumentó considerablemente porque producir un kilo de tela es caro. A eso deberíamos sumarle las telas que se importan en Argentina están a precio dólar.
“Necesitamos aprender a ser más versátiles y flexibles en cuanto a la oferta disponible. Hay que reeducar al consumidor final y al diseñador porque la escala de producción se modificó”.
Frida se acuerda que cuando viajó a New York (2018) había un LAB (HUB) de emprendedores que investigaban y desarrollaban con textiles innovadores (cáñamo, bamboo, por ese entonces). “Afuera hay mucho proyecto público - privado, además hay un serio marco regulatorio”, reafirma mientras cita algunos ejemplos nacionales de marcas que apuestan al reciclado de telas y tejidos.
Frida construye día a día una empresa de triple impacto que hoy tiene, como principal dificultad, la logística de sus productos y descartes. De una charla entre amigos resultó la posibilidad de asociarse con una cooperativa para que el impacto sea social. Todavía está a medio camino. Ya consiguió quién le compre, el siguiente paso será abaratar sus costos de logística interna.
Infrareciclaje
También llamado Downcycling, es el proceso de reciclaje de residuos donde el nuevo material reciclado tiene funcionalidad y calidad más baja que el recurso original. El infrareciclaje puede ayudar a extender el ciclo de vida de los materiales, reducir el consumo de materias primas, y evitar el uso de energía, emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación de aire y de agua de la producción primaria y la extracción de recursos.
“La máquina INFIERNO (diablo, siempre me equivoco) que recicla textiles lo hace desgarrando la tela para volverla fibra nuevamente. Si la tela tiene mucho poliéster, se prende fuego, lo ideal es que tenga, en su composición, un mayor porcentaje de algodón que de poliéster, porque el gran desafío es poder construir valor. Sin embargo, ante la ausencia de un marco regulatorio ¡nada tiene sentido!”
Del 2016 a la actualidad el recupero de textiles no se encuentra dentro de las prioridades de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (aclaro que sólo analizamos esta jurisdicción). Por lo tanto, no merece asignación de fondos ya que como máximo, el 5% del descarte es textil. “Mi batalla es el plástico, el cartón, el vidrio, en textiles todavía no hay nada. La prioridad la pone el volumen”, afirmaron desde el Gobierno Porteño.
“Luma Baez fue muy concreta al plantear un caso modelo de cómo se puede articular lo público con lo privado, apuntando a que su Municipio (el de Avellaneda) tenga su propia ordenanza para tratar los descartes textiles”, ejemplificó Frida y agregó “Conquistado este paso, el tema puede escalar”.
A Frida, como a tantos otros, le cuesta pensar y planificar un proyecto ambicioso en Argentina. Sin un marco regulatorio sólido y sostenible se hace muy difícil poder darle continuidad. Aun teniendo un espacio gratuito, su local forma parte de INCUBATE, no siempre llega a cubrir su salario mensual. “Mi cabeza funciona, escalón por escalón. Cuando mis ahorros lleguen a cero no tengo forma de volver atrás. Hoy, todavía puedo pensar en irme a otro lado, juntar plata para, a la distancia y recuperando el aliento, tomar mejores decisiones para mi negocio”
¿Qué haces para despejarte?
“Practico yoga y medito. Tengo una angustia que no me puedo sacar con nada y se lo que me cuesta: energía y emoción”
Recuperando el ánimo y las ganas, Frida rescata del diseño industrial el concepto M.A.Y.A, most advanced yet aceptable (Más avanzado, todavía aceptable). Un término que hace referencia a todas esas cosas que no se aceptan o todavía no se terminaron de entender. Acuñado a fines de los años ‘50 por el diseñador Raymond Loewy, sirve para definir el límite de la aceptación de los productos muy innovadores o novedosos por parte del mercado. Ya por 1940, Loewy comprendió que las decisiones de compra de los consumidores están tensionadas por dos fuerzas opuestas: la neofilia (curiosidad por las cosas nuevas) y la neofobia (el miedo a algo demasiado nuevo). Entonces, si la tendencia es apostar mucho más por las formas familiares que por las novedosas; la mayoría de los nuevos productos son variaciones evolutivas de sus modelos precedentes.
El consumidor necesita empezar a tomar consciencia, leyendo las etiquetas de lo que compra, privilegiando composiciones 100% naturales a las sintéticas para que, en una segunda vida, se puedan reciclar sin perder valor. Sólo con el compromiso, colectivo y sostenible, de todos los actores sociales de esta industria podremos comenzar a ver los cambios que esta industria necesita.
Imágenes Vestite con Estilo
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