Psicología de las carteras de mujer
"Quiero ese, este de acá, el que está arriba y esos dos de más allá”, dijo ella al ingresar a Bergdorf y el gerente le sonrió encantado.
Los bolsos y carteras entran en los cánones de los artículos de moda que formaron parte de los cambios producidos luego de la Primera Guerra mundial y la emancipación femenina. Considerados un signo de estatus e independencia, las mujeres que tenían su propio efectivo y posesiones, querían que el mundo lo supiera, por eso salían con el bolso en la mano. El tamaño respondía a una necesidad puntual, por eso en los ´40, las carteras eran más chicas porque sólo llevan el rouge y la polvera. Hoy, las tote bags, de tamaño exagerado, responden al estilo de vida de las más jóvenes.
Sin embargo, están las que con ironía, manifiestan que la posibilidad de estar sin su bolsa es un movimiento de poder que indica que se lo lleva su asistente personal, algunos pasos más atrás, o para asistir al desfile de moda o cena de gala, dejaron el suyo en el auto para desenvolverse, sin bártulos, en el modo manos libres.
De la vereda de las que viajan en colectivo y entre las mujeres que consideran a su bolso como un dispositivo multitarea que combina las virtudes de la practicidad, utilidad y gusto personal, se encuentra mamá blogger. Acarreando, en promedio, entre tres y cinco kilos, al hombro o en la espalda, más el peso de Ramiro cuando se queda dormido y lo tengo que bajar a upa. “La complejidad de la vida de la mujer actual se ve reflejada en el contenido de su cartera. Cuantas más funcione cumple, más variedad hallaremos en ella”, sostiene Susana Saulquín, socióloga especializada en moda.
Este kit de supervivencia es la mejor síntesis de todos los obstáculos con los que podría encontrarse una mujer para llegar viva hasta el final del día, describe Mariela Mociulsky, directora de Consumer Trends, en el libro Deseo Consumido, la investigación que llevaron adelante Soledad Vallejos y Evangelina Himitian. Allí también, se suma la opinión de Fernando Peralta, ex gerente de producción de Prüne, y creador de su propia marca, Cul de Sac, (en francés significa callejón sin salida), que sostiene que una mujer elige su cartera desde la vidriera, probándosela con la mirada y comprobando, delante del espejo, que es para ella. En cambio, un hombre cuando compra para regalar, la revisa de lado a lado, observando en su interior, comprobando el correcto funcionamiento de los cierres y demás avíos.
De la pasarela de la primavera que viene (2018/19), destaco dos modelos, la bolsa hobo y las riñoneras. La primera gana fuerza dentro de los estilos informales, táctiles y de experimentación, con cuero maleables y suaves gamuzas como las opciones más obvias y las de nailon y materiales transparentes, como la modernidad futurista. En cambio, el segundo es el accesorio refinado y esencial que atendió el llamado de la funcionalidad y versatilidad de la mujer europea y tengo mis dudas de cómo llegue (si llega) a nuestro país.
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